¿Qué es la vitamina C y para qué sirve?

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    La vitamina C desempeña una función imprescindible en nuestro estado de salud, interviniendo directamente en una gran cantidad de procesos fisiológicos.

    Esta vitamina mejora significativamente nuestro sistema inmunitario, al mismo tiempo que favorece la producción de colágeno y la absorción de hierro.

    Pero, del mismo modo que los Omega 3, nuestro organismo no puede producir la vitamina C de forma natural, de ahí la importancia de obtenerla a través de ciertos alimentos, siendo la naranja el más popular.

    Conscientes de su desconocimiento, en este post te vamos a contar qué es y para qué sirve la vitamina C, para que puedas ser consciente de su importancia y de la necesidad de aumentar el consumo de alimentos ricos en esta súper vitamina.

    ¿Qué es la vitamina C?

    También conocida como ácido ascórbico, la vitamina C es una vitamina esencial para el cuerpo humano, que se caracteriza por ser hidrosoluble, lo que significa que se disuelve en agua, y no puede ser almacenada en grandes cantidades en el cuerpo, por lo que debe obtenerse regularmente a través de la dieta.

    Presente de forma natural en diferentes alimentos, esta vitamina también puede sintetizarse a nivel de laboratorio, de ahí que la vitamina C sea uno de los componentes por excelencia de los complejos multivitamínicos y suplementos alimenticios, destinados a aumentar los niveles de esta vitamina en el organismo.

    ¿Para qué sirve la vitamina C?

    La vitamina C cumple con múltiples funciones importantes en el organismo, ayudando a conseguir un buen estado de salud.

    Pero, ¿para qué sirve la vitamina C?

    Favorece la síntesis de colágeno

    La vitamina C interviene directamente en la síntesis de colágeno, un componente que resulta fundamental para nuestro tejido conectivo, que lo encontramos en los vasos sanguíneos, así como en los tendones, en los ligamentos, en los huesos y en la piel, desempeñando un papel esencial tanto en la función estructural, como en la aceleración de la cicatrización de las heridas.

    Función antioxidante

    Esta vitamina también actúa como un potente antioxidante, encargándose de proteger las moléculas de los daños producidos por los radicales libres, que son los principales culpables del envejecimiento de la piel. Así mismo, es capaz de regenerar otras sustancias antioxidantes importantes como la vitamina E.

    Favorece la absorción de hierro

    El ácido ascórbico ayuda a nuestro cuerpo a aumentar los niveles de hierro, favoreciendo su absorción, por lo que resulta muy eficaz para evitar problemas como la anemia o la sensación de fatiga al realizar esfuerzo físico.

    Estimula la síntesis de carnitina

    La estimulación de la síntesis de carnitina es otra función destacada de la vitamina C, ya que este aminoácido transporta los ácidos grasos al interior de las células para convertirlos en energía. Este proceso no solo favorece la pérdida de grasa corporal, sino que también reduce la fatiga muscular y acelera la recuperación después del ejercicio físico.

    Mejora el funcionamiento del cerebro

    La vitamina C promueve la síntesis de neurotransmisores, esenciales para la comunicación entre las neuronas, así como para el correcto funcionamiento del cerebro. Además, favorece el crecimiento de las células nerviosas, teniendo impactos positivos en el aprendizaje y la memoria.

    Principales beneficios de la vitamina C para las personas

    Ya sabemos que es uno de los micronutrientes que más necesitamos para garantizar el buen funcionamiento de nuestro organismo, pero, ¿Cuáles son los principales beneficios de la vitamina C para las personas?

    Favorece la reparación y el crecimiento de los tejidos:

    Uno de los beneficios de la vitamina C más destacados es su participación activa en el crecimiento y reparación de todos los tejidos del cuerpo. Desde la piel hasta los vasos sanguíneos, pasando por tendones, ligamentos y cartílagos, la vitamina C es esencial para mantener la integridad estructural de nuestro organismo, desempeñando un papel esencial en el crecimiento de los niños.

    Aumenta el rendimiento y la vitalidad:

    La vitamina C se ensalza como una de las vitaminas fundamentales para mantener unos buenos niveles de energía. Su inclusión en nuestra dieta no solo combate eficazmente el cansancio, sino que también es crucial para el correcto mantenimiento de la musculatura, lo que hace que sea imprescindible para personas de edad avanzada, así como para aquellas que practican ejercicio físico con regularidad.

    Cicatrización y formación del tejido cicatricial:

    Es un componente esencial en el proceso de cicatrización de las heridas y en la correcta formación del tejido cicatricial, acelerando la recuperación y consiguiendo unos excelentes resultados.

    Absorción del hierro:

    Como ya hemos visto, la vitamina C desempeña un papel vital en la absorción y almacenamiento del hierro, otro micronutriente esencial para nuestro organismo. Una deficiencia de vitamina C puede afectar la absorción de hierro, dando lugar a posibles deficiencias.

    Poder antioxidante:

    Actuando como antioxidante, la vitamina C protege nuestro cuerpo del daño provocado por los radicales libres, que desempeñan un papel clave tanto en el envejecimiento de la piel, como en el desarrollo de enfermedades como la artritis y trastornos cardíacos, cuyo riesgo aumentar con el paso de la edad.

    Fortalecimiento del sistema inmunitario:

    Uno de los mayores beneficios de la vitamina C es su capacidad para fortalecer el sistema inmunológico, proporcionando una defensa adicional contra enfermedades e infecciones.

    ¿Cómo aumentar nuestros niveles de vitamina C?

    Existe una gran cantidad de alimentos ricos en vitamina C que, al incluirlos en nuestra dieta, pueden ayudarnos a aumentar los niveles de esta sustancia en nuestro organismo, entre los que destacan los siguientes:

    • Frutas: sobre todo en los cítricos como la naranja, la mandarina, el pomelo y el limón. Otras frutas en las que abunda la vitamina C son el kiwi, la manzana, la ciruela, la pera, la grosella, la frambuesa, las fresas, el maracuyá, la piña, el mango, los higos y el melón.
    • Verduras: brócoli, batata o camote, pepino, lechuga, berenjena, espinacas, repollo morado, perejil, tomates, pimientos rojos y patatas horneadas.
    • Alimentos de origen animal: hígado de ternera, res, pollo o cerdo; ostras crudas; hueva de bacalao; leche de cabra y de vaca.

    Así mismo, hay casos en los que con la alimentación no es suficiente, siendo necesario tomar suplementos alimenticios con vitamina C, aunque para ello, es importante consultar previamente con tu médico.

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